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CARTA 4: 27 de septiembre de 2017

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🎼 Until we get there - Lucius Instituto Alleighway, bajo uno de los árboles que dan sombra pero realmente no tapan el sol, 27 de septiembre de 2017 Chloe era una buena amiga, sabes. De esas que mienten por ti, pero no soporta que les mientas a ellas, lo cual es justo. Nunca he dicho que su reacción fuera exagerada a mi entrada a Limbo. Ah, por cierto, Limbo es ese lugar en el que el mundo es gris y frío y no te apetece nada más que hacerte una bola en la cama y dejar de sentir. Sueles ir de visita cuando acabas de procesar que ya no vas a volver a estar con la persona a la que quieres. Yo estuve unas buenas y largas semanas allí de presidenta, pero ya llegaremos a eso, aunque no me apetezca revivirlo lo más mínimo. El caso es que estoy dándole al doble play porque es hoy, primer viernes del curso, cuando quiero abarcar a Chloe en el pasillo y que vuelva a ser mi mejor amiga. Tengo pensado en directamente cogerla del brazo mientras camina, como hizo ella en séptimo. C

CARTA 3: 25 de septiembre de 2017

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Lacallequetúsabes, 25 de septiembre de 2017 Que yo pensara después de mi juicio de valor que Harriet era tan peligrosa como un simposio no significaba que mi madre fuera a aceptarlo de buenas y primeras. Ya la conoces: su sexto sentido de jueza instructora y el instinto de mamá osa le impedían aceptar que una extraña le ofreciese a su hija un trabajo, en mitad de la noche, y solo porque era simpática. Y mira que le expliqué lo de mi sospecha y lo de los abuelos que regalan caramelos de limón, pero no hubo manera. Así que claro, al día siguiente ya estábamos parando frente a su casa en coche al volver de clase, con Soph masticando chicle de fresa de forma exagerada en el asiento trasero. Con tan solo siete años mi hermanita parecía inocente, pero tuve que tirarle del mechón rubio que se le había soltado de los ganchos (con los que ella misma se había plagado la cabeza) cuando intentó pegar el chicle de fresa en el buzón de Harriet. Una mujer con la cara ang

CARTA 2: madrugada del 10 de septiembre de 2017

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Lacallequetúsabes, madrugada del 10 de septiembre de 2017 Todo empezó el que yo creía que sería el día más electrificante de mi vida. Acababa de acabarme un libro, uno de esos que te renuevan el alma y hacen que encuentres el sentido de la vida hasta en las gotitas de rocío que se enganchan en el cristal de madrugada. Yo estaba paseando con mis botas gigantes calle abajo, dando más tumbos que pasos, mirando la luna y fumando el frío que me salía de entre los labios cada vez que soltaba aire. Era de noche, y ese mismo rocío inspirador se había colado entre las grietas del asfalto, y déjame decirte que yo no soy muy ágil que digamos, pero la culpa del resbalón que me di no fue mía. La oscuridad, el rocío traidor y las, aunque enormes, resbaladizas suelas de las botas, me jugaron una mala pasada. Ahora me gustaría decir que fue el destino, como que las mismas estrellas que estaba mirando un segundo antes del guarrazo se alinearon con Saturno, Júpiter y el s